¿Qué hacer si te quedas sin trabajo en Francia?

Table of Contents

Parte I

¡Hey, viajero(a)!

Hoy se cumplen 2 años desde mi llegada a Francia y quiero conmemorar este día contándote sobre lo que posiblemente fue uno de los periodos más estresante de mi vida: la búsqueda de trabajo en Francia. A pesar de no ser un relato muy feliz, me gustaría compartirlo porque sé que muchos se sentirán identificados. Además, te prometo que sí tiene un final feliz.

La búsqueda fue larga. Muy larga. Por lo que decidí dividir esta entrada en dos partes para no dejar ningún detalle por fuera. Pasé de buscar trabajo en mis áreas de especialización a buscar incluso como personal de limpieza.

Y por poco pierdo el derecho a vivir en Francia.

Este post va dedicado a todos los extranjeros que intentan establecerse en otro país pero que sienten que el universo se opone a sus planes. También se lo dedico a todo aquél que se haya interesado por ayudar a un extranjero alguna vez.

Esta es mi historia

Muchos de ustedes saben que me fui a Francia con un contrato de trabajo de 7 meses y con una visa de 8 meses de validez (y si tú no lo sabías, te invito a leer mis primeras entradas). Antes de venir a Francia, no sabía lo que me esperaba después de esos primeros 7 meses de trabajo. No tenía ni idea de si me extenderían el contrato, si conseguiría otro empleo, si me iría a otro país o si regresaría a Venezuela.

Cuando llegué a Ruan, Normandía, en septiembre de 2018, todavía no me inquietaba porque tenía otras preocupaciones: adaptarme a mi nuevo entorno, terminar la carrera y la tesis a distancia, ingeniármelas para llegar a fin de mes con un sueldo de menos de 800 euros y ayudar a mi familia.

Además, era demasiado temprano para pensar en buscar otro trabajo ya que por lo general las empresas quieren ocupar las vacantes abiertas lo más pronto posible (o al menos dentro de los 4 meses siguientes), y yo todavía tenía 7 meses de trabajo por delante.

Por razones personales que aquí van a quedar tácitas porque de seguro ya muchos las conocen, poco a poco me fui acostumbrando a mi nueva vida y decidí que quería quedarme trabajando en Francia.

Así fue como en enero de 2019 empezó mi odisea.

¿Qué voy a hacer sin trabajo… en Francia?

Primero me encargué de trabajar en la tesis tanto como pude porque si me tocaba buscar otro trabajo, más me valía tener mi título universitario en mano.

Así que mientras todos los demás viajaban, yo investigaba; mientras mis roomies se iban de fiesta los viernes por la noche, yo estaba en mi cuarto redactando la tesis; y mientras todo el mundo aprovechaba las vacaciones para viajar o visitar a sus familias, yo me quedaba en el apartamento (de todas maneras no es que tuviera mucha opción) corrigiendo la tesis.

Spoiler alert: terminé la tesis mucho después (pero en ese mismo año, 2019) y recibí mi título en verano del 2021 porque la pandemia retrasó todo.

A finales de enero de 2019 comenzó mi búsqueda. Lo primero que hice fue hablar con mis compañeros de trabajo. Para entonces ya conocía a un montón porque siempre iba a comer a la cantina con los otros profesores. A veces iba a la cantina en mis días libres también (no me gustaba cocinar), y así fue como terminé conociendo a Raimundo y todo el mundo.

Los profes con los que más hablaba me dieron dos ideas: pedirle al director que extendieran mi contrato o enviar mi CV a la academia de Ruan para ver si me contrataban como suplente.

Como todavía no me sentía en confianza con el director, decidí comenzar con el segundo consejo.

Una de las profes contactó a la academia directamente para conseguirnos una cita con quien sea que pudiera recibir mi CV. Llegado el día de la cita, fue conmigo para asegurarse de que me dieran una oportunidad. Sin embargo, a pesar de que en la academia nos dijeron lo mucho que necesitaban profesores de español, también nos mostraron una montaña de CVs de perfiles potenciales pero a quienes no iban a contratar porque: o no tenían una carrera en educación (yo estudiaba Traducción, pero tenía años de experiencia como profesora de lenguas extranjeras), o no cumplían con los requisitos de nacionalidad.

Si bien aceptaron mi CV, yo ya sabía que esa batalla estaba perdida.

Fue así como decidí pedir una cita con el director del instituto, un señor que a pesar de su semblante autoritario, fue una de las personas más amables que conocí en mi búsqueda. De inmediato aceptó contactar al rectorado y pedirles que prolongaran mi contrato, una medida temporal pero que me daría tiempo para buscar en otros sitios.

El rectorado dijo que no.

Nuevamente, yo no cumplía con los requisitos de nacionalidad.

La licencia de conducir en Francia

Con el tiempo descubrí que el director también ocupaba un puesto importante en la alcaldía de su ciudad y que, por supuesto, conocía a muchas personas. Pero tener muchos contactos no siempre quiere decir que todos puedan, quieran o sepan cómo ayudarte. Había que pensar en una persona que necesitara a alguien con mi perfil específicamente; todo ello por cuestiones de visa que te aclararé más adelante.

Semanas después, el director me puso en contacto con la encargada de una asociación donde necesitaban a alguien que los ayudara a planificar proyectos sociales. La asociación quedaba en otra ciudad, pero para mí eso era lo de menos. En Venezuela conocí gente que iba todos los días de Guatire a Caracas, así que why not.

Pero lo que a mí me parecía algo insignificante, para los franceses puede ser inadmisible.

Una de las cosas que me preguntaron en la entrevista era que si tenía le permis (licencia de conducir) y automóvil. Cuando respondí que no a las dos interrogantes, me preguntaron que cómo haría para ir a trabajar todos los días si la ciudad quedaba a hora y media de Ruán. Mi respuesta fue simple: consideraría mudarme si obtenía el trabajo y mientras tanto tomaría el tren todos los días.

Ah, pero es que esta no es una ciudad para jóvenes. Aquí no hay nada, no te puedes mudar. ¿Y cómo vas a hacer tus compras? Bueno, podrías conseguirte una bicicleta, pero…

Aunque pareciera que no querían contratarme, créeme que esos argumentos son muy válidos en Francia (y supongo que en el resto de Europa). Ningún jefe que esté en regla con la ley quiere que sus empleados “sufran” para llegar al trabajo (luego me tocó trabajar para otros jefes no tan amigos de la ley, pero ese cuento te lo echo otro día).

Cuando la señora que me había entrevistado se despidió de mí en la estación de trenes, ya sabía que aquélla era otra oportunidad perdida.

El acta de bautismo (Educación Católica en Francia)

No recuerdo cómo fue que descubrí la educación católica (privada), pero algo que me llamó la atención fue que no necesitaba ser europea para aplicar a un puesto de suplente. Así que me apunté a una de las charlas informativas en la sede principal para ver si allí sí obtenía una respuesta favorable.

Recuerdo que ese día incluso me llevé el acta de bautismo, por si acaso lograba ganarme la compasión de alguien (lol). Luego me enteré de que la educación católica en Francia no te exige ningún tipo de documento religioso para trabajar allí.

En la charla nos hablaron sobre los exámenes que teníamos que presentar para trabajar como suplentes, pero nadie mencionó nada sobre los requisitos de nacionalidad, lo que me animó a pedir una cita con la directora al final de la charla para presentarle mi caso.

El día de la cita, una semana después, le expliqué a la directora a qué había venido a Francia y qué quería hacer a continuación. Mi experiencia era perfecta y mi nacionalidad era lo de menos, pero por más que yo insistiera en que podía prepararme para el examen sin ningún curso y presentarlo lo más pronto posible, necesitaba tener un diploma primero. Una carta de culminación de créditos no fue suficiente en este caso.

Me pidió que regresara el año siguiente y me deseó la mejor de las suertes.

La visa de estudiante en Francia

En este punto me dije: muy bien, si no puedo conseguir otro trabajo, ¿por qué no intento conseguir la visa de estudiante? Después de todo, si hay algo que siempre se me ha dado muy bien ha sido eso: estudiar. Ya resolvería lo del trabajo, pero a esas alturas lo que me preocupaba más era no poder renovar la visa a tiempo.

Fui a la universidad de Ruan con otras dos asistentes que también querían estudiar en Francia. Una era de Paraguay y la otra de Colombia. Fuimos con los mejores ánimos posibles y de tanto preguntar e ir de un lugar a otro, al fin llegamos al departamento de estudiantes internacionales.

Allí nos atendieron, escanearon nuestras visas y pasaportes, y dijeron que se iban a informar. Al parecer, no era posible pedir una visa de estudiante cuando ya tienes una visa de trabajo, a menos que regreses a tu país de origen y pidas la nueva visa en la embajada… sabiendo que te la pueden negar.

Semanas después recibimos un correo en el que nos decían que, efectivamente, no podíamos estudiar con nuestro tipo de visa ni cambiar de estatus.

Sé que hasta ahora mi búsqueda no era para nada flexible y estaba demasiado centrada en la educación, algo que ni siquiera sabía si quería hacer pero para entonces era lo único que creía que sabía hacer.

¿Y por qué no buscaba trabajo en mi área? Porque el mercado de la traducción suele ser muy hermético, en especial cuando te acabas de graduar (yo ni siquiera me había graduado), y siempre me pedían tener un nivel de francés nativo.

En la segunda y última parte de este post es que empiezo a pensar out of the box y comienzo a buscar trabajo en todos lados.

Continuará…

3 Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio