Parte II
¡Hey, viajero(a)!
Bienvenido(a) a la continuación de mi post Me quedé sin trabajo en Francia. En esta segunda parte comparto más sobre mi búsqueda de trabajo en Francia mientras me encontraba desempleada; una búsqueda contra reloj que se volvió mucho más flexible con el paso de los días y que me llevó a mudarme de ciudad.
También cuento cómo la idea del asilo político apareció en cierto punto.
¿Es útil buscar “un trabajo de lo que sea” en Francia?
Como al parecer estudiar tampoco era una opción, decidí que seguir buscando trabajo era lo mejor que podía hacer en ese momento. Pero esta vez mi búsqueda fue algo distinta. Empecé a buscar “un trabajo de lo que fuera” porque ya era el mes de marzo, mi contrato se terminaba en abril y mi visa expiraba en mayo. No tenía ni siquiera un plan B.
Ese mes se sintió como una semana. Fui a agencias de trabajos temporales en las que me postulé como profe para dar clases particulares, asistente administrativa, camarera, vigilante en escuelas, recepcionista…
También visité ferias de travails saisonniers o trabajos de verano y dejé mi CV en los stands en los que buscaban camareras, recepcionistas e incluso en IKEA. También recuerdo que en una de las ferias a las que fui me hicieron una entrevista para trabajar en un campamento al estilo estadounidense. Mi experiencia de profe de lenguas extranjeras y mi nivel de inglés eran perfectos para el cargo, pero probablemente no me llamarían hasta finales de junio y yo no podía esperar tanto tiempo. De todas maneras, les dejé mi CV.
Vi en internet que habría otra feria en Caen, también en Normandía, y que justamente sería durante mi día libre, así que no lo pensé dos veces y compré un billete de tren para ir a Caen, una ciudad a la que nunca había ido.
Cuando llegué, me enteré de que el sistema de tranvía no funcionaba porque lo estaban remodelando. Y como yo no tenía mucho dinero como para pagar un taxi ni tiempo para perderme en un autobús como solía sucederme, decidí irme a pie desde la estación de trenes hasta la feria. Más tarde, al salir de la feria, volví a la estación a pie para regresar a Ruan.
También salí en todos mis días libres o cuando no estaba ocupada trabajando en la tesis a recorrer Ruan y repartir mi CV en todos los hoteles que pude (cabe destacar que previamente había hecho una lista de hoteles para no perder tiempo buscándolos en la calle).
A estas alturas, comenzaba a dudar de mis cualidades y casi no me atrevía a postularme a ninguno de los puestos de enseñanza o traducción que veía en LinkedIn.
Incluso envié mi CV a cadenas de comida rápida como McDonald’s y a agencias de limpieza. En estas últimas no me contrataron por no tener automóvil, misma razón por la que me rechazaron en la mitad de los empleos a los que me postulé fuera de Ruan. En la otra mitad no me contrataron porque: o mis estudios y experiencia no eran compatibles con el tipo de trabajo, o estaba “sobrecalificada” para el puesto, o no cumplía con los requisitos de nacionalidad o simplemente no sabían cómo contratar a una extranjera ni querían meterse en ese embrollo.
Interrumpo este post para contarte que toda esta experiencia y las que vinieron (spoiler: logré conseguir trabajo, hacer un máster en París y terminé trabajando en una de las escuelas de negocios más importantes de Europa llamada ESSEC Business School por 3 años) me enseñaron todo lo que sé hoy en día sobre cómo triunfar en Europa básicamente.
Hoy doy asesorías para que tú también logres ser asistente de español, para que te ganes una beca, para que consigas empleo o para ayudarte a organizar tus viajes de la mejor manera posible. Si este mensaje resuena contigo, escríbeme por Instagram.
Las ferias de empleo en Francia
En una de las agencias que visité me recomendaron inscribirme a uno de los miles de cursos de capacitación para desempleados que existen en Francia para afinar mis cualidades y así aumentar mis posibilidades de conseguir empleo. Para ello, tenía que asistir a otras ferias.
Por suerte tomé la decisión de ir al menos a un par de ellas, aunque ya estaba cansada de ir a un sinfín de ferias y siempre salir con las manos vacías… Bueno, no exactamente, siempre me iba con un montón de panfletos que al final no me servían para nada.
En una de las ferias estaba el stand de Pôle Emploi (el servicio público estatal para desempleados en Francia). Me acerqué a hacer unas cuantas preguntas porque sabía que si te quedas sin empleo en Francia, puedes recibir un subsidio de Pôle Emploi mientras buscas trabajo (lo que en España se conoce como “el paro”), además de cursos gratuitos.
No me sorprendió cuando me dijeron que no era elegible para dichos servicios por mi tipo de visa. Sin embargo, me dijeron que de todas maneras podía crearme un perfil en el portal de Pôle Emploi (algo así como LinkedIn) y buscar trabajo allí. Y eso hice.
Pero a estas alturas ya me estaba dando por vencida. Tan solo me quedaba un mes de contrato y ya me habían dicho que bajo ningún concepto lo renovarían o extenderían. Así que me dije que si iba a regresar a casa, por lo menos me iba a dar el lujo de hacer una de las cosas que más amo en la vida y que no había podido hacer porque, o estaba muy ocupada terminando la tesis, o estaba buscando trabajo.
Obviamente, estoy hablando de viajar.
El viaje de liberación por Europa
¿Recuerdan que en uno de mis posts anteriores les conté cómo viajar por Europa con menos de 500 euros? Pues, ese viaje fue el resultado de la desesperación.
Pero como acabo de mencionar, no iba a regresar a casa con el remordimiento de no haber aprovechado esta experiencia para viajar. Así que agarré mis macundales (mis cosas) junto con todos mis ahorros y viajé, viajé mucho.
Como ya les conté sobre ese viaje en este blog, no me voy a extender sobre el tema en esta entrada. Solo me gustaría agregar que durante el viaje, cuando estaba en un hostal en Berlín, tuve una entrevista por videollamada para un trabajo en el que tampoco me contrataron porque necesitaban una profesora nativa de inglés y porque NO TENIA AUTO.
Francia, tierra de asilo
Por suerte, nunca estuve sola en mi búsqueda. Mis compañeros de trabajo y hasta el mismo director siempre estuvieron muy pendientes, aunque no supieran cómo hacer para ayudarme.
Un día estaba hablando con uno de los conserjes del otro colegio en el que trabajaba y este me recomendó acudir a una asociación encargada de ayudar a los inmigrantes en Francia. Como ya sólo me quedaban un par de semanas de trabajo, le dije que estaba interesada. De inmediato me dio la dirección de la asociación y el nombre de un abogado que podría ayudarme. Fui esa misma semana.
No tardé mucho tiempo en darme cuenta de que la asociación favorecía más que todo a la comunidad de países involucrados en conflictos bélicos, pero como ya estaba allí, esperé a que me atendieran.
Los ánimos se me cayeron cuando, al explicarle brevemente por qué estaba allí, el susodicho abogado me dijo de forma tajante que ellos estaban allí para ayudar a la gente que de verdad lo necesitara, que si yo era fille au pair (programa especial de niñeras. Y no, yo no lo era) intentara mejor casarme con un francés, pero que ellos no podían ayudarme.
No había llegado hasta allí para irme humillada y con las manos vacías otra vez, así que me mantuve lo más amable posible e insistí en saber si podía obtener ayuda u orientación de algún organismo.
No sé si fue la amabilidad o la divina providencia, pero funcionó. El abogado me puso en contacto con nada más y nada menos que la directora de France terre d’asile en Ruan, la asociación encargada de ayudar a los inmigrantes a convertirse en refugiados en Francia.
Honestamente, a pesar de que mucha gente me había recomendado desde el inicio de esta búsqueda que pidiera asilo, esa era una de las últimas ideas que a mí se me pasaban por la mente. Si bien soy consciente de la realidad de la crisis venezolana porque la conozco de primera mano, también sabía que mi comunidad no figuraba en la lista de países prioritarios en Francia en lo que concierne al refugio o a la protección internacional. Además, yo no era ninguna perseguida política (gracias a Dios).
Pero ya las cartas estaban sobre la mesa, tenía muy poco tiempo para encontrar trabajo y estaba dispuesta a reunirme con todos los contactos posibles para conseguir una oportunidad. Después de todo, ya se habrán dado cuenta de que
un contacto siempre lleva a otro.
Ese mismo día asistí a una reunión con la directora de France terre d’asile, quien me escuchó atentamente y confirmó mis sospechas: venir de un país con una crisis humanitaria tan devastadora como la de mi país no era suficiente como para pedir asilo. Por mucho que ella quisiera ayudarme, Francia recibe miles de peticiones de asilo político todos los días; todas ellas provenientes de personas que huyen de países con conflictos bélicos.
No podía quitarle el puesto a una de esas personas y eso yo lo entendía perfectamente. No obstante, me dijo que podía ir a la recepción un día de semana antes de las seis de la mañana (reciben una cantidad limitada de expedientes por día, por lo que la gente va desde muy temprano a hacer la fila afuera sin importar el frío o la lluvia) y dejar mis papeles. Para mi sorpresa, también me recomendó casarme con un francés.
Le conté a una compañera de trabajo que estaba considerando la idea de pedir asilo. Una vez que admitieran mi expediente, pasaría 4 meses (tal vez más) sin poder trabajar, tendría la opción de vivir en un albergue para refugiados o en casa de algún conocido, y si me decían que no, tendría dos opciones: rendirme o pedirle a la corte que reconsiderara su decisión. Si volvían a rechazar mi petición, estaría obligada a abandonar el país de inmediato.
Mi compañera, hoy en día muy buena amiga, no hizo muchos comentarios sobre el proceso para pedir asilo, pero su respuesta me hizo reflexionar.
¿Y sí crees que te den trabajo con una visa de refugiada?
Por muy lamentable que parezca, ya conocía mejor la situación de los refugiados en Francia y sin que nadie me lo dijera comprendí que una visa de refugiada, si es que la conseguía, se convertiría en mi techo de cristal.
6 Comentarios
[…] y le pregunté si ella hubiese aceptado mi petición, por mera curiosidad. Me dijo que no. Por las mismas razones que me había explicado aquella vez la directora de France terre […]
[…] Continuará… […]
Una maravillosa historia que demuestra que el trabajo y la constancia, así como la fe, en Dios si es posible, pero principalmente en uno mismo, es fundamental para cualquier logro.
Tus palabras me emocionaron e inspiraron y como tu ex-profesora me siento absolutamente feliz de que se haya cumplido aquello de “el alumno superó al maestro”.
Se que iras logrando todo lo que te propongas.
Gracias por tan maravillosa inspiraci[on.
Siempre he dicho que somos lo que nos ha pasado y con quienes nos hemos encontrado. Sin haber tenido excelentes profesores no estaría donde me encuentro ahora, ¡así que gracias infinitas! La aprecio muchísimo y le mando un abrazo enorme. 💜
Wow Carmen, eres una dura! 👏🏻 Qué increíble cosas que cuentas. Todo, todo lo mejor para ti.
Una duda. Recordando las cosas que hiciste, ¿qué pudieses pensar que hubieses hecho antes y mejor? Cosas que ahora piensas hubieses podido hacer, incluso antes de ir al programa de asistentes (cosas que te hubiesen ayudado antes de todo ese proceso).
Cheers!
¡Hola, Gabriela! Gracias por tu mensaje. 🙂
Creo que si tuviese la oportunidad de volver al 2018, no cambiaría muchas cosas sobre mi búsqueda de empleo porque todo ese proceso me enseñó y ayudó a perfeccionar mi CV, mis cartas de motivación; me preparó para presentarme a distintos tipos de entrevistas; me llevó a conocer mucha gente interesante; y me volvió más resiliente.
Tal vez lo único que cambiaría sería mi estado anímico. Esos meses como asistente no los disfruté porque me sentía muy deprimida y ansiosa, y eso me llevó a no querer compartir con las personas que me rodeaban, que también eran muy interesantes.
Gracias a ese aprendizaje, hoy en día me estreso menos con los problemas porque sé que de alguna u otra manera voy a encontrar la solución, sólo tengo que perseverar.
Tengo la misma opinión en lo que respecta antes de venir a Francia. Creo que hice todo lo que me habría gustado hacer: pasar mucho tiempo con mi familia, preparar todos los papeles de la universidad que podía pedir hasta entonces, estudiar muchísimo, presentar el DALF y disfrutar el tiempo con mis amigos también.
Creo que la mejor perspectiva que se puede tener del pasado es dejar de lado el arrepentimiento y valorar todo lo aprendido.
¡Un abrazo! 💕