Parte III
¡Hey, viajero(a)!
Bienvenido(a) a la continuación de mi post ¿Cómo busqué trabajo en Francia?. En el post anterior hablé sobre las agencias de trabajo (tanto de verano como generales), Pôle Emploi (el servicio público estatal para desempleados en Francia) y el asilo en Francia. En esta nueva entrada, te contaré todo sobre mi búsqueda de empleo en París (sí, ya había agotado todas mis opciones en Normandía) y, al fin, sobre
cómo logré conseguir trabajo en Francia y establecerme en el país legalmente.
¿Cómo fue mi búsqueda de trabajo en París?
Y así llegó el final de abril y con ello el final de mi contrato también.
Por muy optimista que me habría gustado ser en esos momentos, no tienen ni idea de lo mal que me sentía. Incluso empezaba a arrepentirme de mi aventura por Europa, porque en ese viaje se habían ido todos mis ahorros. Regresaría a casa con una bella experiencia y muchos regalos, pero sin un céntimo encima.
Como mi última paga no me alcanzaba para comprar un billete de avión de regreso y ya no tenía más nada que perder, pagué la renta del mes de mayo y seguí en mi búsqueda de trabajo en Ruan.
Un día un amigo me recomendó irme a París porque allá de seguro conseguiría trabajo. Sí, a lo mejor tenía razón, pero una de las razones por las que no me había atrevido a buscar empleo en París era el alto costo de la vida. Si conseguía empleo, ¿me alcanzaría para pagar una habitación? Y mientras buscaba, ¿dónde viviría?
Como dije, ya no tenía nada que perder, así que me atreví a pedir una cita de renovación de visa en la prefectura de París antes de que se agotaran los cupos, “por si conseguía alguito”, y decidí irme una semana a la París.
Me fui a París un sábado, no sin antes despedirme de las chicas con las que había vivido durante esos 7 meses porque ellas ya se iban a sus países y no las vería al regresar a Ruan. El ambiente ya se sentía como la recta final.
Conseguí quien me hospedara esa semana en París, y como ya no tenía trabajo, sabía que tendría todo el tiempo del mundo para buscar (y para usar el resto del tiempo para terminar la tesis).
El domingo pasé todo el día enviando CVs y cartas de motivación (que había redactado y modificado mil veces) a agencias de recepcionista y una que otra escuela de idiomas. La verdad es que no sabía qué esperarme de París, pero esa espera no fue muy larga porque al día siguiente empecé a recibir decenas de llamadas desde las ocho de la mañana; todas para posibles entrevistas de trabajo.
Esos deberían haber sido los instantes más reconfortantes por primera vez en meses, pero ahora había otro problema.
Algunas agencias preferían hacer la entrevista directamente por teléfono.
Y si ya de por sí muchas veces me costaba entender a los parisinos porque consideraba que hablaban demasiado rápido, por teléfono era mil veces peor. Además, había muchos términos laborales que para entonces no conocía y que dificultaban la comprensión.
“Si no puede entender lo que le decimos por teléfono, no puede ser recepcionista”
“Si tiene acento extranjero, no puede ser recepcionista”
“SMIC*… RTT**… Convention collective de travail***…”
*El SMIC se refiere al sueldo mínimo. Para entonces ya estaba familiarizada con el término pero (1) creo que nunca había prestado atención a su pronunciación, y (2) de todas maneras el término se confundía en el discurso por lo rápido que hablaban mis interlocutores.
**Los RTT (réduction du temps de travail) son los días de reposo acumulados después de un cierto tiempo de horas extras realizadas.
***El contrato colectivo de trabajo se refiere a una serie de leyes por las cuales se rigen las empresas. Hay distintos contratos, por lo que no todas las empresas tienen las mismas leyes (por ejemplo, leyes sobre el pago de horas extra, los términos para poner fin a un contrato, etc.)
Las últimas entrevistas de trabajo en París
A pesar de todo, esa semana conseguí 4 entrevistas, 3 de ellas en un mismo día:
La primera fue en la sede de Sodexo en París. Una de mis excompañeras de trabajo (del programa de asistentes de español en Francia) tenía una hija que trabajaba allí y le había hablado de mí. Mi perfil le interesó así que decidió contactarme. Lamentablemente, todos los trabajos que podía ofrecerme eran de tan solo dos meses de duración, y ya yo sabía que para renovar mi visa tenía que conseguir un contrato de mínimo 8 meses de validez.
La segunda entrevista fue en una agencia de recepcionistas. A la reclutadora no le gustó mucho el hecho de que tuviera un acento extranjero, pero algo en mí y en mi historia despertó su empatía. Recuerdo perfectamente que me preguntó si estaba sola en Francia y que si no extrañaba a mi familia; y a pesar de que no podía darme trabajo, me ayudó a corregir mi CV.
La tercera entrevista fue esa misma tarde en un hotel. Al reclutador no le gustó que no tuviera experiencia como camarera pero le encantó el hecho de que yo solo pidiera que me pagaran el SMIC, es decir, sueldo mínimo (obvio, estaba desesperada). Me pidió que les mandara mis papeles pero nunca me llamaron.
Interrumpo este post para contarte que toda esta experiencia y las que vinieron (spoiler: logré conseguir trabajo, hacer un máster en París y terminé trabajando en una de las escuelas de negocios más importantes de Europa llamada ESSEC Business School por 3 años) me enseñaron todo lo que sé hoy en día sobre cómo triunfar en Europa básicamente.
Hoy doy asesorías para que tú también logres ser asistente de español, para que te ganes una beca, para que consigas empleo o para ayudarte a organizar tus viajes de la mejor manera posible. Si este mensaje resuena contigo, escríbeme por Instagram.
La última entrevista era el viernes en una escuela de idiomas a la que había contactado hacía ya dos o tres semanas. Ese mismo día debía regresar a Ruan y si regresaba sin nada, el próximo paso sería buscar cómo conseguir el dinero para regresarme a Venezuela.
Se imaginarán lo estresada que estaba ese día. Llegué al lugar 1 hora antes de la entrevista y me metí corriendo a un Starbucks, no por el café sino porque necesitaba sentarme en algún lugar. Tenía ganas de vomitar. No dejaba de practicar mi presentación en mi cabeza y mis posibles respuestas a posibles preguntas una y otra vez. Además, sentía la presión de tener que disimular mi acento extranjero a toda costa, pues aunque el cargo era de profesora de español e inglés, el trabajo también incluía medio tiempo en la recepción.
Una hora más adelante me encontraba frente al director de la escuela, que empezó por decirme que estaba muy interesado en mi perfil y y terminó por ofrecerme un CDI (contrato de duración indeterminada), un contrato al que no se le puede poner fin tan fácilmente una vez pasado el periodo de prueba (que en mi caso fueron dos meses). Era mucho más de lo que yo esperaba.
En ese momento descubrí que mi futuro jefe conocía todos los trámites para contratar extranjeros. Él estaba listo para contratarme en ese instante si yo estaba de acuerdo.
Cuando salí de mi entrevista me sentía así:
No sabía cómo hacer para no ponerme a llorar en la calle. Lo había logrado, había conseguido trabajo.
Mi visa se vencía el 27 de mayo. La renové 4 días antes.
Todos mis papeles estaban en regla y lo más importante era que el puesto de trabajo encajaba perfectamente con mi perfil, algo crucial para que te otorguen o renueven una visa de trabajo.
Al ser extranjero(a) en Francia, debes tener un trabajo cuya función vaya acorde con tus estudios y/o experiencia laboral. Además, en muchas ocasiones los jefes deben escribir una carta a la prefectura y a la inspección del trabajo explicando por qué contratan a un extranjero y no a un ciudadano francés.
Si bien yo siempre tuve presente esas condiciones, nada me impedía probar todas las opciones posibles. Ahora sé que tal vez ninguno de los trabajos para los que me postulé durante el periodo de desesperación me hubiesen servido para establecerme legalmente en Francia.
Es una lástima que el trabajo que conseguí no haya sido lo esperado y que terminaran explotándome y exprimiéndome hasta la última gota de energía, pero esa es una historia para otro momento. A lo mejor se las cuento en la próxima entrada. Lo importante aquí es que conseguí un contrato que me permitió quedarme legalmente en Francia.
Mi búsqueda de empleo en Francia fue una historia de insistir y persistir
A pesar de todo, si hay algo que deba agradecerle a ese trabajo es la oportunidad de haberme permitido estar legal y segura en Francia. Eso no lo puedo negar. Además, un año y cuatro meses más tarde pude dejar ese empleo por otro que me permitió estudiar.
Además, por muy tóxico que terminara siendo ese trabajo, debo admitir que mi nivel de francés se disparó a fuerza de hablar con clientes franceses y extranjeros (con un acento mucho más marcado que el mío) tanto en persona como por teléfono. Así es, me convertí en una experta en el teléfono.
Y nadie, les juro que nadie volvió a hacer un comentario sobre mi acento.
Incluso hoy todavía me encuentro con personas que me reprochan por quejarme de tener un acento muy fuerte. A ellos les parece adorable, exótico y único, y dicen que mi francés es mucho mejor de lo que ellos podrían decir de su español o de su inglés. Pero si supieran lo que un día me costó ese acento…
Tengo que ofrecer agradecimientos infinitos a una amiga, también venezolana, que a pesar de vivir en un estudio pequeñito apto para una sola persona, me hospedó por mes y medio mientras me establecía en París. Eso me salvó la vida porque tuve que sobrevivir durante el mes de junio con menos de 300 euros en la cuenta. Ana, si estás leyendo esto, muchas gracias y TQM. 🙂
Cuando logré mudarme, tuve la suerte de compartir apartamento con una francesa que había vivido varios años en Paraguay, que hablaba perfectamente español y que había trabajado como jurado para aceptar o rechazar las peticiones de asilo en Francia. Una noche le conté mi historia y le pregunté si ella hubiese aceptado mi petición, por mera curiosidad. Me dijo que no. Por las mismas razones que me había explicado aquella vez la directora de France terre d’asile.
Meses después de haber comenzado mi trabajo como profe de inglés y de español (y recepcionista), recibí una oferta de empleo del campamento de inglés y de una de las escuelas de idiomas a los que me había postulado. Ambos eran trabajos temporales y de corta duración, lo que no me hubiese permitido renovar mi visa.
Todo esto que les estoy compartiendo a modo de conclusión es para compartirles lo importante que, para mí, fue tener fe (a pesar de que a veces me desesperara). Fe en Dios, si creen en Dios, pero también tener fe en sí mismos.
Los que me conocen en persona saben que soy la persona más tímida del planeta. Sin embargo, durante esa temporada de búsqueda incesante no había lugar para las dudas o la timidez. Nunca lo pensé dos veces antes de tocar una puerta, hablar con alguien, pedir una cita o recomendaciones y, sobre todo, insistir y persistir.
Recordar toda esta historia que sucedió desde finales del 2018 hasta mediados del 2019 me trajo una avalancha de emociones, pero también me ha servido como recordatorio de que cuando de verdad quieres alcanzar una meta, la única persona que puede ponerte límites eres tú y no los posibles obstáculos que surjan en el camino.
Los obstáculos tan solo son desafíos que te preparan para alcanzar tu meta.
Insiste y persiste.
Si disfrutaste leer esta entrada tanto como yo disfruté escribirla, te invito a compartirla con tus amigos para ayudarme a llevar esta historia lo más lejos posible.
¡Hasta pronto!
3 Comentarios
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[…] octubre 10, 2020 Trabajar en Europa, Trabajar en Francia buscar trabajo en Francia, desempleo en Francia, Trabajar en Europa, Trabajar en Francia, visa en Francia ← ¿Qué hacer si te quedas sin trabajo en Francia? → ¿Cómo conseguí trabajo en París? […]
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