¡Hey, viajero(a)!
Bienvenido a un nuevo post, en el que te contaré los últimos detalles de mi travesía para llegar a Europa. Estos son pasos que tú, un familiar, amigo(a) o conocido(a) también pueden seguir para vivir la experiencia de trabajar en Francia.
Si te perdiste la parte I, puedes hacer clic aquí para leerla.
📍 Sigamos donde nos quedamos:
4. ¿Qué documentos necesito para emigrar a Francia?
No soy experta en burocracia y siempre le he tenido alergia al papeleo. No obstante, este era el paso más importante después de haber recibido mi contrato. Digamos que…
Sin papeles no hay paraíso.
Así que me armé de mucha paciencia y me sumergí en el sinfín de procesos burocráticos de mi país. Incluso tardé meses en recaudar muchos de los requisitos que me pidieron antes y durante mi participación en el concurso.
Por eso, como les comenté en la primera entrada, hay que empezar a prepararse con un año de antelación.
En primer lugar, es evidente que para concursar en cualquier programa que implique viajar al extranjero debes tener un pasaporte aún en vigencia. En el caso del programa de asistentes, dicha vigencia debía extenderse hasta 8 meses más de la duración de mi contrato (Octubre 2018 – Abril 2019).
Si quieres ser asistente durante el periodo 2020-2021, tu pasaporte no puede expirar antes de diciembre de 2021. Puedes leer más sobre el tema aquí.
Por otra parte, en mi caso también me exigieron los antecedentes penales con una fecha de expedición no mayor a 3 meses. Recuerdo que tuve que solicitar ese documento dos veces y que la segunda vez fue toda una odisea.
Por eso: mucha paciencia, perseverancia y, si pueden, un poquito de yoga y meditación.
Una vez que me seleccionaron, tuve que esperar a que mi contrato llegara por valija diplomática. Algo que suena tan fancy pero que es taaaaaan leeeeeeento que creía que lo habían mandado con una paloma mensajera y que esta se había perdido en el Atlántico.
El contrato, denominado arrêté de nomination en francés, debía poseer el sello de la DIRECCTE (la inspección de trabajo francesa) para comprobar su validez. ¡Ay del que no tuviera el susodicho sello!, porque tendría que esperar quién sabe cuánto más tiempo antes de solicitar la visa.
La visa de cortesía
Al fin con la tranquilidad de saber que mi contrato había llegado a la embajada en su elegante valise diplomatique, recibí un correo con los pasos a seguir (y más requisitos que consignar) para solicitar mi visa de cortesía.
Una visa de cortesía significaba que estaba eximida de pagar los aranceles. Así de simple: mi visa era gratuita. El único precio era el esfuerzo que tuve que invertir para obtenerla.
Después de todos los trámites y de presentarme a una cita rápida y sin muchas preguntas en la embajada, al fin recibí de vuelta mi pasaporte tal y como lo había dejado. La única diferencia era que ahora una de las páginas contenía una visa francesa de long séjour con el estatus de travailleur temporaire, más una hoja con las etapas a seguir (sí, más trámites) para validar mi visa una vez en Francia.
Por lo general, la solicitud y entrega de la visa ocurren unas semanas antes del viaje (incluso una semana antes). Yo recibí la mía unos 10 días antes de irme.
Como comenté en el post anterior, llevo más de 5 años recorriendo Europa, siempre buscando el mejor precio y experiencias únicas (como este paseo en barco por el río Sena en París, por ejemplo).
Hoy doy asesorías para que tú también logres ser asistente de español, para que te ganes una beca, para que consigas empleo o para ayudarte a organizar tus viajes de la mejor manera posible. Si este mensaje resuena contigo, escríbeme por Instagram.
Bonus
La visa de larga duración se llama así porque te permite estar en el país por más de 3 meses y una duración de 8 a 9 meses (e incluso un poco más, según el país de emisión de la misma).
Como recomendación personal, si provienes de un país que no pertenece a la Unión Europea, te recomiendo apostillar y traducir (en ese orden) tu acta de nacimiento.
Antes de venir a Francia, me habían dicho que la traducción de mis documentos no sería necesaria. De hecho, ni siquiera necesité la traducción de mi acta de nacimiento para inscribirme en el concurso y aún así decidí cubrirme las espaldas y enviársela a un traductor público. Cuando llegué aquí, tener mi acta de nacimiento traducida me ayudó a la hora de pedir ayudantías y para otros procesos de los que les hablaré en otra ocasión.
En lo que respecta a la apostilla, les tengo un secreto un tanto frustrante:
Mucha gente en Europa no tiene ni idea de qué es o para qué sirve la apostilla.
Pero para una experiencia tan importante como estar solo(a) en el extranjero, tener tus documentos al día nunca es una inversión perdida.
5. ¡Encontré trabajo en Francia! ¿Y ahora qué sigue?
¡Felicidades! Te seleccionaron para ser asistente de idiomas en Francia. 🇫🇷 Si bien la parte más difícil ya pasó, todavía queda mucho por hacer.
¿Dónde vivir Francia?
Algo que tal vez debí mencionar antes es que durante el proceso de preselección ya me habían pedido indicar las 3 academias donde me interesaba trabajar.
Si mi memoria no me falla, en el formulario había 3 listas de academias separadas por grupos (A, B y C). De cada lista, debía elegir una academia y al final me sería asignada mi primera, segunda o tercera opción (o incluso ninguna de las opciones, ya que también podía ser al azar).
Antes de ponerme a soñar despierta con vivir en un romántico apartamento al estilo Haussmann con un balcón con vista a la torre Eiffel, tuve que poner los pies en la tierra y empezar a investigar para comparar costos de transporte, comida, manutención, entretenimiento, etc… y tuve que decirle adiós a París, Lyon, Versailles, Estrasburgo y otras grandes ciudades.
Por supuesto que quería vivir el sueño parisino, pero estaba muy consciente de algo:
el sueldo de los asistentes de idiomas era de 785€ al mes.
Si me iba a París, ese dinero me iba a servir tan solo para pagar un apartamento modesto (por no decir diminuto, donde la cocina y la cama suelen estar en la misma habitación, mientras que el baño está afuera y se comparte. con todo el edificio). Tampoco quería vivir a una hora en tren de mi trabajo o de cualquier centro turístico. Como mucho, tal vez me alcanzaría para dos semanas de mercado.
Así fue como elegí:
- La Academia de Ruán, en Normandía, muy cerca de Isla de Francia.
- La Academia de Caen, también en Normandía, un poco más lejos de París.
- Y la Academia de Tolosa, mucho más lejos de París, pero había leído que era una excelente ciudad para estudiantes y, por ende, imaginé que el costo de la vida debía ser más asequible.
Sin embargo, un dato que ni yo ni muchos sabíamos era que
el hecho de que te contraten en una academia no quiere decir que trabajarás o vivirás en la ciudad principal.
Las academias abarcan varias ciudades y comunas, y muchas veces te pueden asignar a pueblos pequeños donde el transporte público es limitado y las manzanas equivalen a, como dicen en mi país, “cuadras llaneras”.
A mí me dieron trabajo en la Academia de Ruán (¡mi primera opción!) pero mis dos institutos quedaban fuera de la ciudad. Por suerte, el primero, ubicado en Sotteville-les-Rouen, quedaba a 20 minutos (en metro) del centro de Ruán, mientras que para ir al segundo, en Petit-Couronne, la profesora con la que trabajaba me buscaba en las mañanas y al terminar regresaba en autobús (el trayecto duraba unos 40 minutos).
Le professeur référent
También recuerdo que incluso antes de pedir la visa o ir a firmar personalmente mi arrêté de nomination, una vez asignada a la academia ya podía ponerme en contacto con mi profeso referente.
Cada asistente de idiomas tiene un “profesor referente” cuya tarea es guiar al asistente tanto antes como después de la llegada a Francia y durante toda la estadía. Yo tuve la suerte de tener un profesor referente maravilloso, que me ayudó a buscar alojamiento, me recomendó bancos para abrir una cuenta, me guió en la solicitud del carnet del seguro social y coordinó que una colega (hoy muy buena amiga mía) me buscara en la estación de trenes a mi llegada a Ruán.
Bonus
Ahora que menciono lo de la búsqueda de alojamiento, he de admitir que este es uno de los procesos más tediosos y, en mi experiencia, desesperantes del trayecto hasta Francia, por lo que se debe hacer con suficiente tiempo de antelación.
Encontrar apartamento no es tarea fácil para nadie en Francia, ni siquiera para los mismos franceses. Imagínense ser extranjero y tener que buscar dónde vivir en un país que no conoces, todo eso a distancia.
Si estás participando en el concurso de asistentes o en otro similar, te recomiendo que te apoyes muchísimo en tu profe referente o en la persona a cargo de guiarte en Francia.
Algunos institutos ofrecen hospedaje en sus residencias a los asistentes, muchas veces de forma gratuita.
En mi caso no fue así, pero como no perdí tiempo en buscar opciones, pude alojarme en un colegio situado a 10 minutos a pie del instituto donde trabajaría más horas. Lo mejor era que el alquiler era de tan solo 190€ al mes (que no es nada incluso en comparación con las residencias estudiantiles).
No me puedo quejar: vivía en un gran apartamento compartido con otras dos asistentes, con 3 habitaciones, una sala, una cocina, un baño y una ducha. Todo separado en habitaciones distintas. Además, contaba con subvenciones del Estado válidas para los ciudadanos no europeos.
6. ¿Cuánto se gasta viviendo en Francia?
Esta tal vez sea la parte que no nos guste tanto, pero al no ser una beca universitaria o de talento sino una oportunidad de trabajo, este programa no podía estar eximido de todos los gastos.
Para poder venir a Francia y trabajar como asistente de idiomas, debía cubrir dos cosas esenciales: el billete de avión y los gastos de manutención durante el primer mes (recibiría mi primer sueldo a finales de octubre, es decir, a finales de mi primer mes de trabajo).
Si llegaste hasta aquí, ¡no te desmotives! Vale la pena seguir leyendo:
Por un momento, esta también fue una limitación para mí. No obstante, decidí que eso no me detendría y reflexioné sobre las diferentes opciones que tenía al alcance para recaudar dinero. Pensé, por ejemplo, en hacer una campaña en GoFundMe.
Pero como en la comunicación está la fuerza, un día senté a mi familia en una pizzería y les conté sobre mis planes. Todavía no había enviado mi candidatura al concurso, pero pensaba hacerlo. Les comenté a mis padres sobre la grandiosa oportunidad que esto representaría para mí y para todos. Gracias a Dios, tengo una familia maravillosa que me apoyó desde el principio, incluso sin saber cómo ayudarme.
Como este blog tiene como finalidad contarte mis tips con total transparencia, te contaré mi secreto sobre cómo logré comprar el billete de avión y mantenerme el primer mes en Francia si al principio no tenía ni un euro:
Por allá en los años 90, cuando la economía mundial era próspera (sí, acabamos de dar un salto al pasado), a mi mamá se le presentó la oportunidad de comprar un terreno. Esta era una adquisición grandiosa ya que ella viene de una familia del campo muy humilde, era la primera ingeniera de la familia y este representaba el fruto de su esfuerzo.
Se supone que ese sería el cimiento donde construiríamos nuestra propia casita para algún día tener algo propio. Por cuestiones de la vida, la empresa que estaba a cargo de la construcción quebró y el proyecto quedó estancado. Mi mamá se desanimó tanto que dijo “deje así” y no siguió con el proyecto.
En 2018, sentados en aquella pizzería, mi mamá accedió a vender el terreno que un día había sido concebido como nuestro futuro hogar para darme la ayuda que me faltaba para atravesar el atlántico. ¡Que vivan las madres! ♥
Algo que parecía perdido se puso a mi favor, esta vez casi 30 años después.
El dinero que obtuvimos por la venta del terreno ya no existe, pero nos sirvió para hacer la mayor inversión de mi vida.
He aquí cómo logré pagar las únicas dos cosas que me exigía la embajada.
Si bien estoy de acuerdo con que estos dos gastos no son nada pequeños, también vale la pena mirar en retrospectiva y recordar todo lo que nos ahorramos: el arancel de la visa, el envío de documentos a Francia y desde Francia, y hasta tal vez el hospedaje si tenemos suerte y conseguimos un colegio que nos hospede de forma gratuita.
Sin olvidar que venir a Francia a trabajar significa percibir un salario cada mes.
Nada mal, ¿verdad?
Pues, hasta aquí llega la entrada de hoy. Espero que este post haya resondido a muchas de tus dudas y que, si tu sueño es ser asistente de idiomas o sencillamente trabajar en Europa, mi relato te sirva como guía para comenzar a trazar tu propio trayecto.
En los próximos posts te contaré lo que sucede una vez en Francia, pero también sobre otros temas que podrían interesarte: cómo me establecí en Francia, cómo he logrado viajar por Europa con un presupuesto reducido, cómo hice para estudiar en Francia, etc…
Por ahora, me gustaría leer en los comentarios qué otros secretos quieres que te relate, al igual que tus preguntas o sugerencias.
¡Hasta la próxima!
6 Comentarios
[…] ✓ les dije lo que tienen que hacer para preparar su llegada a Europa, […]
[…] les conté en una de mis publicaciones anteriores, mi alojamiento fue casi gratuito, pero al tener un salario mucho menor al sueldo mínimo, tenía la posibilidad de ahorrar un […]
[…] Cuándo podría empezar a ocupar mi habitación en la residencia que había conseguido (si te perdiste la búsqueda de alojamiento casi gratuito, puedes leer más detalles aquí). […]
[…] ✓ les dije lo que tienen que hacer para preparar su llegada a Europa, […]
[…] les conté en una de mis publicaciones anteriores, mi alojamiento fue casi gratuito, pero al tener un salario mucho menor al sueldo mínimo, tenía la posibilidad de ahorrar un […]
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